¡Buen miércoles para todos! Espero que la mitad de semana los esté tratando muy bien. No saben lo contenta que me pone ver que finalmente estoy llevando cierta regularidad de publicación en el blog. Todavía tengo muchas anécdotas e info para postear de varios destinos (¡y ya tengo nuevo viaje confirmado para julio!) así que voy a seguir intercalando temas y países.
Hoy voy a escribir sobre un tema que quizás no es de los más consultados, pero que se me ocurrió que les podría interesar, sobre todo a las chicas a las que les va a remitir a su niñez, o bien a los diseñadores industriales/ de indumentaria/ publicistas.
París es generalmente mencionada como la Ciudad del amor, o también como la Ciudad de las luces, pero podría ser llamada igualmente la Ciudad de los museos. Para una amante del arte como yo, es muy difícil pensar por dónde empezar, cuando de visitas a exposiciones se refiere. Generalmente se dice que hay tres museos que uno no se puede perder: Louvre, Orsay y Pompidou, que en ese orden nos darían un pantallazo de toda la historia del arte. Particularmente, amo el Orsay, hasta podría decir que es mi lugar preferido de París. Tanto a este como al Centre Pompidou les hice otra visita en este segundo viaje a París. El Louvre es otra historia, que ya les voy a contar. Claramente todo depende de los gustos de cada uno, de las prioridades, y del tiempo con el que se cuente. Habiendo visitado muchas de las atracciones principales/que más me interesaban en mi primer viaje a París, en esta segunda ocasión busqué volver a los lugares que me habían encantado, y ver aquellos que no había visto todavía. El Museo de las Artes Decorativas era uno de ellos.