¿Sabían que la Torre Eiffel es el monumento con entrada paga más visitado del mundo?
Y probablemente el más reproducido en souvenirs y artículos de decoración e indumentaria, pero de esto no tengo datos estadísticos que me avalen.
Amo la torre Eiffel. La primera vez que viajé a París fui del aeropuerto al hotel a dejar las valijas, y de ahí a ver la torre. No era algo que pudiera esperar. No podía creer estar frente a algo que había visto tantas veces en el cine, incluso en la tele y en tantos otros lados. No podía creer que fuera real. Y me causaba mucha alegría caminar por la ciudad y verla de fondo. En ese viaje estuve toda la semana que pasé en la ciudad embobada con esta estructura de metal. Unas semanas antes, la torre había cumplido 125 años, evento que fue publicado en todos lados. Las personas tenemos una extraña tendencia hacia ciertos números, más que hacia otros. La gente celebra más enfásis sus cumpleaños si la cifra es redonda; las parejas celebran como un gran hito en sus vidas los 25 años de casados, y no los 23 o los 32, por ejemplo.
En este segundo viaje a París, casi dos años después, también estuve de visita cerca del cumpleaños de la torre. Particularmente este aniversario me resulta todavía más simpático, ya que 127 es mi número preferido, así que decidí aprovechar la ocasión para contarles una historia que me contaron a mí en París, que probablemente ni sea cierta, pero que me causó mucha gracia, y hasta me pareció verosímil dado el carácter de los franceses, en especial los parisinos.